“Los sueños son la piedra de toque de nuestros personajes. Apenas estamos menos afligidos cuando recordamos alguna indignidad en nuestra conducta en un sueño, que si hubiera sido real, y la intensidad de nuestro dolor, que es nuestra expiación, mide inversamente el grado en que esto se separa de una indignidad real. Porque en los sueños actuamos sólo una parte que debe haber sido aprendida y ensayada en nuestras horas de vigilia, y sin duda podríamos descubrir algún consentimiento de vigilia para ello. Si esta mezquindad no tiene su fundamento en nosotros, ¿por qué nos entristecemos por ello?
Henry David Thoreau,
Una semana en los ríos Concord y Merrimack.