“Lo que nos viene a la mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros. … La adoración es pura o vil cuando el adorador tiene pensamientos elevados o bajos de Dios.

Por eso la cuestión más grave que tiene ante sí la Iglesia es siempre Dios mismo, y el hecho más portentoso de cualquier hombre no es lo que pueda decir o hacer en un momento dado, sino cómo concibe en el fondo de su corazón a Dios. Tendemos por una ley secreta del alma a movernos hacia nuestra imagen mental de Dios. Esto es cierto no solo para el cristiano individual, sino para el grupo de cristianos que componen la Iglesia. Siempre lo más revelador de la Iglesia es su idea de Dios, así como su mensaje más significativo es lo que dice o deja de decir sobre Él, porque su silencio es a menudo más elocuente que su discurso. … ”

AW Tozer (El conocimiento de lo santo)